Me has hablado, por ejemplo, del príncipe feliz y cómo fue entregando sus riquezas para unas personas que nunca conoció de un pueblo del que pudo llegar a ser rey. Y como a él, me cuentas de lugares que no conozco. No me canso de mirarte a los ojos cuando hablamos. Ellos narran historias que tus palabras no alcanzan a decirme.
Cuando tú no estás conmigo bajo mi cabeza y veo pasar las personas; en ellas descubro los sitios de los que me hablas. Algunas se llevan fotografías mías y tal vez un día de estos encuentres en tu viaje permanente una imagen donde estemos tú y yo conversando de lugares exóticos, nieves perpetuas, desiertos vivos y caminos empedrados marcados por el cansancio. La imaginación de quien nos vea en la fotografía se llenara de nuestras historias, silenciosas en apariencia, ruidosas para ti y para mi.
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Publicado en el blog colectivo "Cuentos para antes de dormir"
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