Friday, September 29, 2006

Las ideas y los barritos

Si alguien me preguntara cómo surgen las ideas de lo que escribo le explicaría con una cruda analogía: las ideas surgen como los barritos. Un día cualquiera tú vas caminando tranquilo cuando sientes una sensación tirante en la piel anunciando que algo trata de asomarse. Así aparecen las imágenes. Un día cualquiera vas andando por ahí y una asociación de sensaciones engendra un monstruo que quiere salir. Tú lo sientes y no hay nada que hacer porque ya está contigo.

Ahora bien, es tu elección si acudes a la farmacopea para acabar con el barrito que quiere salir. A veces intentas destruirlo por todos los medios y él permanece aferrado, resistiendo, esforzándose porque se le reconozca y se le deje ser. Tú puedes intentar asesinar las ideas a punta de antibióticos pero hay algunas que han desarrollado resistencia y permanecen dándote pelea en tu cerebro hasta que hagas algo con ellas. Van alimentándose de cualquier pensamiento que se te cruce, como un parásito que se aloja dentro de ti. Y se van haciendo fuertes hasta que no queda otra opción que dejarlas salir, impulsarlas a que lo hagan.

Ahí no termina. Como las ideas, unos barritos se atrancan y duelen y enrojecen la piel y te desesperan y hacen que estés pendiente de ellos aunque no surge nada. Sabes que están bajo tu piel, es imposible no notarlo. Los otros también lo ven y no tienes sino la opción de soportarlo. A veces un mechón o un poco de maquillaje los esconden o ellos mismo surgen en sitios que se ocultan fácilmente con la ropa. Pero te incomodan, te desesperan y a veces te agobian y tratas de forzarlos a que salgan. Sufres, te retuerces y con la mayor valentía quieres que tu barrito, tu idea, tome su forma y que la piel se ablande de alguna forma para que salga. Pero sigue allí, te espichas y sale solo una baba insulsa y el dolor permanece. No está listo aún para mostrase; te pide tiempo, a su dolorosa manera. Unos terminan retrocediendo después de los días y un par de semanas después ya no existen. Otros en cambio llegan en manadas y se lanzan a salir como una estampida sin saber tú cual de todos atacar o cultivar primero.

Pero a veces, gracias al cielo, hay unos que aparecen sin dolor, no te preocupas por ellos y sin importarles se fortalecen. Hay alguien que te los muestra o el espejo te los señala. Y tus propios dedos o una mano amiga los presionan para que salgan y obtienes una forma sólida y consistente que te libera y sólo tienes que limpiarte un poco para estar feliz que tu idea tomó forma. Ningún barrito, ninguna idea, se forma impunemente. Después de su aparición ya no eres el mismo, te queda alguna señal, algún rastro, en la piel o en el alma. Y te preparas a enfrentar el próximo, la siguiente inquietud que te empieza a crecer en el cerebro y que no te deja dormir hasta que logras matarla o sacarla a la luz.

Hay formas de evitar los barros: dietas inmaculadas, cremas limpiadoras, peelings y otros tratamientos agresivos. La limpieza impide el surgimiento de los barritos. Por eso las ideas se cultivan de la tierra, del polvo, se te meten bajo las uñas cuando te untas de gente, de bus, de ser humano. Cuando tus ojos se ensucian con paisajes diferentes, cuando tus oídos se llenan de la cera de otras músicas o de voces ajenas, cuando tus dedos tocan pieles ajenas o descubren formas mientras tus ojos no pueden ver. Las burbujas estériles te evitan el contagio de ideas. Tú decides si quieres vivir en la pureza o dejarte contaminar un poco.

Tuesday, September 19, 2006

De las palabras hermosas 3


Carcaj


Le faltan unas pocas letras para ser una carcajada pero es tan sonora como una de ellas.

Al buscarla en el diccionario de la Real Academia, su primera acepción es una palabra igual de hermosa: Aljaba

Carcaj en el DRAE
Aljaba en el DRAE

Thursday, September 14, 2006

FemChannel: 5 + 5 preguntas

Entré en uno de esos periodos de sequía en la escritura. Podría publicar de nuevo varias cosas viejas en este blog que no han perdido vigencia o sacar algo de mis escritos más escondidos como he hecho algunas veces. Opto por lo segundo. Dejo este texto del 2005

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FemChannel: 5 + 5 preguntas

Hay dos grandes razones por las cuales un hombre toma el control remoto y cambia el canal del televisor:

  1. Porque está aburrido de lo que ve en ese momento.
  2. Porque en la genética de los hombres está el impulso de buscar una opción mejor y tenerlas las dos.


Hay dos grandes razones por las cuales un hombre decide buscar otra mujer cuando ya tiene una pareja establecida. ¿Ya descubrió cuáles son?

Durante una conversación en estos días surgió el tema del control remoto y los hombres y se me dio por pensar en el tema.

  1. ¿Qué pasaba cuando no existía el control remoto?; valga la pena aclarar que en ese momento la oferta de canales era escasa, dos o tres dependiendo la zona del país.
  2. ¿Qué hace a los hombres conformarse con fracciones del programa, de varios programas en vez de tener uno solo completo?
  3. ¿Será que la costumbre de algunos canales de repetir los programas les da la esperanza a los hombres de verlos completos en otra ocasión en un futuro cercano?
  4. ¿Qué debe tener un canal, cómo debe estar organizada su parrilla para que el “canaleo” tenga más probabilidades de captar la atención del hombre por un buen rato? ¿Es posible captarla permanentemente?
  5. ¿Por qué programas que pueden parecer aburridos y largos (carreras de carros, partidos de fútbol, otros deportes) logran lo que otros teóricamente más atractivos no pueden? ¿No están capacitados los hombres para mantener la atención en ideas elaboradas y solamente se apegan a ideas básicas?

Sólo posteriormente se me ocurrió que las mismas dos razones iniciales aplican en la relación hombre – mujer. Lo primero que se me ocurrió fue plantear las cinco preguntas de la relación hombre-televisión a la que tenemos con las mujeres. Y me sonreía con las respuestas. Invito al lector a hacerse las preguntas remplazando los canales por las mujeres teniendo en cuanta que cada canal femenino (lo llamaré FemChannel) tiene una programación propia y de ahí la variedad.

Finalmente cambio “hombre” a “televidente” ya que el comportamiento de las mujeres es cada vez menos diferenciado del masculino y me hago unas preguntas más.

  1. ¿Es obligación del televidente ser fiel a un canal?
  2. ¿Puede cada canal dejar ir a cada televidente y remplazarlo por otros sin sufrir por la pérdida?
  3. ¿Qué pasa cuando el programa finaliza durante el canaleo y el televidente no quería que terminara y no pudo ver el final?
  4. ¿Y si el canal decide no repetir el programa? Hay televidentes que sufren por un programa del que querían aprender u obtener diversión y no lo vieron.
  5. ¿Cuánto tiempo debe esperar el televidente a que el canal decida repetir el programa antes de buscar opciones en otros canales? ¿Se conformaría el televidente con una programación parecida en el mismo canal pero sin su programa favorito?

Aparecen más preguntas, muchas más, pero suspendo aquí, con el mismo número de éstas sobre el hombre y sobre el televidente para mantener equilibrio. Usted mismo puede hacérselas y complementar este texto de la forma que más le aplique.

22 de abril de 2005

Tuesday, September 12, 2006

Tlön, Uqbar, Orbis Tertius

Transcribo aquí un párrafo del cuento 'Tlön, Uqbar, Orbis Tertius' de Jorge Luis Borges.

"... En los hábitos literarios también es poderosa la idea de un sujeto único. Es raro que los libros estén firmados. No existe el concepto de plagio: se ha establecido que todas las obras son obra de un solo autor, que es intemporal y es anónimo. La crítica suele inventar autores: elige dos obras disímiles -el Tao Te King y Las Mil y Una Noches, digamos-, las atribuye a un mismo escritor y luego determina con probidad la sicología de ese interesante homme de letres..."

Saturday, September 09, 2006

La incertidumbre del escritor (cuento)

Siendo muy viejo, el escritor descubrió un día que estaba viviendo las situaciones que había creado en sus cuentos. Renegó entonces de no haber incluido el premio gordo de una buena lotería, varias deslumbrantes mujeres con intenciones deseosas que lo sedujeran a cada momento o haber entregado el elíxir de la juventud a alguno de sus protagonistas. Era tarde para hacerlo a partir de ahora porque los acontecimientos ocurrían más o menos en el orden que los había escrito. Incluirlos en las escasas líneas que le restaban de vida solo lograría que sucedieran dentro de muchos años, si ahora sucedían los escritos en su juventud. De hacerlo, todo sobrevendría cuando nada más que huesos quedaran de él.

Revisando en sus escritos, inéditos y famosos, encontró el que pudo dar inicio a su destino auto-inflingido. Cuando andaba por los veinte recién cumplidos escribió su primer cuento: el de un escritor que vivía como un personaje dentro de sus libros. A partir de ese descubrimiento, y hasta su muerte, lo acompañó la incertidumbre de no saber si lo escrito por su mano, años atrás, determinaba su futuro o si, tal vez, sus obras solo eran el reflejo, la copia de otro libro, de otro autor, de otro universo, donde no era sino un personaje más.

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Tuesday, September 05, 2006

Nuestras vidas

Me acaban de recordar una frase que escribí hace unos meses y que de verdad me gustó:
Nuestras vidas están llenas de escenas cinematográficas y a veces se nos pasan por estar leyendo los subtítulos

Lo hice en este post del blog de Lo que cuenta mi mamá